HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

lunes, 3 de marzo de 2008

Chesil Beach de Ian McEwan

Chesil Beach es una playa llena de guijarros en la costa suroeste de Inglaterra, cerca de Portland, donde las olas embisten con furia el litoral en el que cada piedra posee una identidad única en un entorno presionado por el agua y el viento. Los pescadores locales alardean de su capacidad para emitir una ciega identificación de la ubicación original de un guijarro según su forma y textura, sobre Chesil Beach. Y es aquí, en este singular espacio en el tiempo donde conoceremos a Florence y Edward, dos educados jóvenes de veinte años que se aman, y llegan ambos vírgenes a su noche de bodas, una tarde de verano de 1962, en la costa de Dorset, en la suite de un pequeño hotel que ocupa una posición elevada en un campo desde donde se divisa la playa de los guijarros. Dentro de esta suite les resultará imposible mantener una conversación sobre sexualidad, para tratar sus dificultades más íntimas, lo que pone en riesgo su vergüenza, su disgusto y su pesar hacia una inevitable agonía, como si se tratara de un juego mortal. La vergüenza social se muestra como una hiriente posibilidad de destrucción.

Ian McEwan, uno de los escritores más prestigiosos de la narrativa inglesa, crea en su última novela un perpetuo afán en el lector por aprender lo que les sucede, hasta una febril desesperación por llegar a la revelación del secreto asunto entre la repugnancia y la alegría. En esta novela los guijarros saltan y son lanzados por culpa de una incomodidad sexual. Las escenas se mueven entre el horror y la comedia, algo así como una parodia erótico venenosa. Estén atentos a los vínculos que se crean entre los alimentos y el sexo, el psicoanálisis ayuda a descifrar ciertos nudos, pero en la Inglaterra de los años sesenta la palabra sexo era una palabra enorme, tanto, que dividía a hombres y mujeres. Esta historia nos adentrará en la mente de los dos protagonistas para entender su cortejo y su disolución por culpa de la fría incomprensión a la que su época les sometió. ¿Cómo se puede sentir plenamente algo si no se tienen las palabras para describirlo?

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