HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

lunes, 4 de agosto de 2008

Muere el Premio Nobel de Literatura, Alexander Solzhenitsyn

Solzhenitsyn, con sus libros, reveló al mundo la crueldad del sistema soviético.

Estadistas, historiadores y literatos rindieron tributo al escritor ruso y Premio Nobel de Literatura en 1970, Alexander Solzhenitsyn, autor del Archipiélago gulag fallecido este domingo en Moscú a la edad de 89 años. El jefe de Estado ruso, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin, fueron los primeros en presentar sus condolencias a la familia del escritor, a la que también expresaron su pésame los presidentes de Francia, Nicolas Sarkozy, y de EEUU, George W. Bush.

Solzhenitsyn, condecorado en dos ocasiones por su participación en la Segunda Guerra Mundial, fue condenado en febrero de 1945 a ocho años de trabajos forzados en diversos gulags por llamar a Iósif Stalin "el bigotudo" en una carta enviada a un amigo cuando se encontraba en el frente de Prusia Oriental de camino a Berlín. Gracias a sus conocimientos matemáticos fue a parar a un centro de investigación científica para presos políticos vigilado por la Seguridad del Estado; eso le inspiró su novela El primer círculo.

Fue el primer escritor en hablar del GULAG, palabra que procede de las siglas de Glavnoye Upravlienye Laguerei ( Dirección General de Campos de Concentración ). Pasó a ser una de las palabras claves de nuestra época, el signo definidor de un sistema político que con apariencia de paraíso ocultaba en sus entrañas el infierno; una estafa histórica descomunal. En uno de los momentos de mayor esplendor del gulag, hacia 1936, había unos cinco millones de prisioneros que componían lo que Kafka hubiera llamado la colonia penitenciaria. Un numero que aumentó año tras año hasta la muerte de Stalin, en 1953. En total, entre 1928 y el fallecimiento del Padre de los pueblos, entre 40 y 50 millones de personas fueron enviadas a cumplir condenas en el archipiélago. Aproximadamente la mitad nunca regresaron.

Estuvo a punto de no contarlo porque a finales de 1953 el cáncer se le reprodujo con dolores tan fuertes que le hacían perder el conocimiento, y la muerte (una vez más) pareció atraparlo. Pero el desterrado maestro consiguió que le ingresaran en una clínica para cancerosos de Tashkent, en Uzbekistán, donde se curó, o algo parecido, a lo largo de 1954. «Estaba muriéndome, pero logré llegar a Tashkent, y tras un largo tratamiento me curé. Ahora, la excrecencia no me impide vivir. El tumor ha degenerado, ha cambiado de naturaleza». Esta experiencia le sirvió de base para su novela Pabellón cáncer, la cual terminó en 1967, una obra que atacaba los cimientos ideológicos del régimen soviético.

Alcanzó la fama tras la publicación en 1962 de la novela Un día en la vida de Iván Denísovich, sobre la vida de los confinados, y en 1970 obtuvo el Premio Nobel de Literatura por "la fuerza moral con la que siguió las tradiciones de la literatura rusa".

En 1969 fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos por denunciar la censura de Estado que se ejercía sobre los autores y en 1974 la URSS le deportó a Alemania Oriental privándole de la ciudadanía rusa por la publicación de Archipiélago Gulag 1918-1956.

En 1974, cuando se publicó en Occidente el primer volumen de Archipiélago gulag, para el que entrevistó a 227 antiguos presos de campos de concentración soviéticos, el escritor fue deportado a Alemania Occidental y privado de su ciudadanía. Tras vivir en Suiza y Estados Unidos y enseñar en la prestigiosa universidad estadounidense de Stanford, Solzhenitsin regresó a Rusia en 1994, tras 27 años de exilio, atravesando todo el país en tren del extremo oriente hasta Moscú.

Aunque trabajaba sin cesar en su archivo y su obra completa, el escritor se sentía mal desde hace tiempo y eludía la vida pública, y el año pasado no pudo acudir al Kremlin para recoger el Premio Estatal, que le llevó a su casa el entonces presidente Putin.

Pero tuvo fuerzas para grabar un mensaje televisivo en el que expresó la esperanza de que su obra, centrada en las represiones políticas en la URSS, quede en la memoria del pueblo ruso y lo ayude a evitar nuevas tragedias históricas. "Hemos perdido a un gran hombre y gran escritor, cuyos libros cambiaron la mentalidad de millones de personas, que revisaron su actitud hacia el pasado y el presente del país", declaró hoy lunes el expresidente soviético Mijaíl Gorbachov. Subrayó que Solzhenitsyn "fue uno de los primeros en denunciar la esencia infrahumana del régimen estalinista", y con sus libros y crónicas de los campos de concentración "hizo una aportación inapreciable a la superación del totalitarismo" en la URSS.

Solzhenitsyn "abrió los ojos a todos los representantes de la inteliguentsiya", dijo el historiador Roy Medvédev, quien recordó que el escritor ayudaba a los disidentes soviéticos y, en particular, con su campaña de solidaridad consiguió que el KGB liberara de un psiquiátrico a su hermano, Zhaurez Medvédev.

El escritor Daniíl Granin destacó que "solo una persona de la talla de Solzhenitsin podía haber desafiado al régimen soviético y aguantar el golpe", mientras el Defensor del Pueblo ruso, Vladímir Lukin, dijo que con su muerte "para Rusia ha terminado el siglo XX".

La Iglesia Ortodoxa Rusa llamó a Solzhenitsin "ejemplo de libertad y dignidad humana", que "osaba decir la verdad a los poderosos". El líder comunista ruso, Guennadi Ziugánov, llamó a Solzhenitsin "hombre de gran talento y duro destino", que fue "precursor de los procesos que acabaron con el gran país", la URSS, pero que también resultó incómodo para las autoridades de la nueva Rusia.

"Cuando viajó a través de Rusia en 1994 y vio el país empobrecido y saqueado, intentó influir en las autoridades, pero éstas no necesitaban de sus consejos", manifestó.

Declaraciones de Alexander Solzhenitsyn tras su visita a España en 1976:

  • ¿Saben ustedes lo que es una dictadura? (…) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro país. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población (…)
  • Los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero (…) En nuestro país estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (…) más de una docena, he podido ver en los kioscos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verían inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (…)
  • También he observado que en España uno puede utilizar libremente las fotocopiadoras (…) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así en nuestro país.
  • En su país (dentro de ciertos límites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora.
  • Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos.
Gracias a sus descripciones de los gulags (campos de concentración), abrió los ojos a numerosas personas de izquierda, obligándolas a poner en tela de juicio el comunismo. Alexander Solzhenitsin es una de las principales conciencias de la Rusia del siglo XX. Ha caído uno de los grandes árboles de la literatura.

domingo, 3 de agosto de 2008

Franz Kafka y la cucaracha esperpéntica

El 3 de julio de 2008 se celebró el 125 Aniversario del nacimiento del inquietante escritor Franz Kafka, una vida que surgió en un viejo edificio situado en el límite del ghetto judío de Praga, a dos pasos de la iglesia rusa ortodoxa de San Nicolás. Fue hijo de una acomodada familia de comerciantes pertenecientes a la minoría judía de lengua alemana.

Sumergido en ese contexto de condicionantes culturales y de riqueza de idiomas asistió a la escuela y al instituto refrescado de recursos intelectuales. A los 23 años obtuvo el título de Doctor en Derecho y trabajó como empleado en varias compañías de seguros.

Kafka era un ser alegre, bromista, cordial y profundamente comunicativo. Fue dueño de una vigorosa alegría de vivir y enfrentó con poderosa fuerza interior las angustias de su difícil vida familiar. La sombría imagen de un ser permanentemente angustiado y triste es legendaria y totalmente incierta. Murió el 3 de Julio de 1924, a los cuarenta años, víctima de tuberculosis en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena. Su más intimo amigo, el crítico y escritor Max Brod, hizo caso omiso de su última voluntad y en lugar de destruir sus obras, las dio a conocer al mundo, mostrando todo su genio literario, manifestado en La Metamorfosis (1915) y a través de la publicación de El Proceso (1925), El Castillo (1926) y América (1931).

En mi caso accedí a Kafka, de veinteañero, a través de su Carta al padre (1919). Los avatares de su personalidad me permitieron entender que existía una irremisible distancia, notable y justificada, entre su liberador individualismo y la identidad encorsetada por las rígidas y autoritarias exigencias paternales. Todo se debatía en esa frontera, cada renglón avanzaba trazando su línea divisoria que le salvaguardaba de la negación existencial. Adquirí con él la idea de una defensa de la identidad propia. En esta carta Kafka se autodenomina, por boca de su propio padre, como un gusano o un parásito que clava el aguijón y vive de la sangre del padre. Un antecedente más del símbolo del insecto, del escarabajo protagonista de La metamorfosis. Con La Metamorfosis encontré a una horripilante cucaracha, un escarabajo pelotero que desestructuraba la estabilidad de una familia que vivía del sustento salarial del metamorfoseado Gregorio Samsa, así, de repente, de la noche a la mañana, conservando sin embargo todas sus facultades mentales. Su hermana Greta se hacia cargo de los cuidados de la cucaracha y de mantener la habitación limpia, muy a su pesar, soportando la repugnancia que el bicho infecto le provocaba. Toda la familia se ve inmersa en un constante tránsito, desde el horror, a la abnegación, la repulsión y la supervivencia. Kafka quiere que suframos con su personaje, que experimentemos sus vivencias y reacciones. La historia no se nos muestra, por lo tanto, como un sueño, sino como una realidad imposible de comprender racionalmente. En un primer momento nos revelaremos ante tal situación, intentando buscar una explicación lógica a algo que de por sí supera nuestra capacidad de entendimiento. Finalmente tendremos que aprender, al igual que Gregorio Samsa, a aceptar la situación con todas sus consecuencias.

Se dice que esta obra posee más de ciento cincuenta interpretaciones posibles. Si nos guiamos únicamente por las descripciones que hace en este texto sobre su despótico padre (Hermann Kafka) y por la manera en que en la intimidad le menospreciaba, provocará en nosotros una visión displicente de la tiranía a la que Franz Kafka se vio sometido, puede que hasta 1922, dos años antes de su muerte. Sin embargo, las personas que conocieron a Hermann Kafka, como Frantisek Xaver Basik, uno de sus empleados, coinciden todos en describirlo como una persona bondadosa, afable y comprensivo que mimaba a manojos a sus hijos. Nada que ver con la figura opresiva que retrata en 1919. Esto nos obliga a entender que todo corresponde a un contumaz derroche de creatividad literaria, que le sitúa más allá de la cima en la que ya fue coronado por el culmen de su literariedad.

En sus diarios y cartas se queja frecuentemente de insomnio y dolores de cabeza. Fue un partidario de la dieta vegetariana y del naturismo (ideal de pureza). Se dice que consumía grandes cantidades de leche sin pasteurizar, lo que pudo ser el factor desencadenante de su tuberculosis, en 1917. No hay coincidencia de pareceres sobre los supuestos trastornos psicológicos de Kafka. En sus cuadernos íntimos él habla de "demonios", "derrumbamiento", "embates", "desamparo", "persecución", "soledad", "asalto a las últimas fronteras terrenales", "agobiante observación de uno mismo" y muchas otras expresiones más que aluden a un mundo oscuro, desconcertante y desconocido. La interpretación médica que se haga de estos pasajes no dejará de ser arriesgada y sobre todo simplificadora. Kafka, desde su obra literaria se nos aparece como un ser atormentado y complejo, pero que a su manera, gozó de la vida con una intensidad fuera de lo común.

"Todo es fantasía; la familia, la profesión, los amigos, la calle; fantasía lejana o pobre, la mujer; pero la verdad más inmediata es apretar la cabeza contra el muro de una celda sin ventanas ni puertas". (Diarios, 1910-1923)

Kafka nos enseño que era posible escribir de una manera diferente. Su genuino estilo incita constantemente a explorar nuevas dimensiones de expresión literaria. Desde Huracanes en Papel elevamos su memoria a los estratos más altos de la Literatura Universal.

(Foto: "Mirada kafkiana" por Santiago Beguería Portugués)

viernes, 1 de agosto de 2008

Literatura y deconstrucción revolucionaria

Hasta ahora la filosofía tradicional de occidente (platónico-hegeliana) había presupuesto siempre un escenario de racionalidad sistemática, un dominio del habla sobre la escritura, un mundo en última instancia en el que todo tiene sentido. En esta filosofía tradicional, la obra literaria es considerada como una envoltura retórica en cuyo interior duerme la sabiduría oculta de la Idea a la que el lector debe despertar con el beso semiológico.

La deconstrucción de Jacques Derrida (1930-2004), inspirada en la obra del filósofo Martin Heidegger (1889-1976) se rebeló entre este abuso de la racionalidad de herencia hegeliana, proponiendo precisamente lo contrario: la imposibilidad de que los textos literarios tengan el menor sentido puesto que un concepto cualquiera se construye a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas.

La obra literaria estaba en ese sentido considerada siempre como dotada de una totalidad de sentido mientras que la deconstrucción afirma que la envoltura retórica es todo lo que hay, y que por ello, la obra de arte literaria es irreductible a una idea o un concepto. En ese sentido la deconstrucción va a negar a la obra literaria el concepto de totalidad al afirmar que el texto no puede ser aprehendido en su globalidad ya que la escritura circula en un movimiento constante de remisión que convierte a la totalidad en parte de una totalidad mayor que nunca está presente. De esta forma es imposible enmarcar el texto, es decir crear un interior y un exterior. “Il n’y a hors du texte” en palabras de Jacques Derrida.

Derrida traduce y recupera por cuenta propia la noción de deconstrucción; entiende que la significación de un texto dado (ensayo, novela, artículo de periódico) es el resultado de la diferencia entre las palabras empleadas, ya que no la referencia a las cosas que ellas representan; se trata de una diferencia activa, que trabaja en creux cada sentido de cada uno de los vocablos que ella opone, de una manera análoga a la significación diferencial saussuriana (Ferdinand de Saussure) en lingüística. Para marcar el carácter activo de esta diferencia (en lugar del carácter pasivo de la diferencia relativa a un juicio contingente del sujeto) Derrida sugiere el término de différance, diferancia suerte de palabra baúl que combina diferencia y participio presente del verbo diferir. En otras palabras, las diferentes significaciones de un texto pueden ser descubiertas descomponiendo la estructura del lenguaje dentro del cual está redactado.

La Deconstrucción es en realidad una estrategia, una nueva práctica de lectura, un archipiélago de actitudes ante el texto. Revisa y disuelve el canon en una negación absoluta de significado, rechaza esta dictadura normativa y plantea una democracia de la polisemia, estableciendo que el acto de la lectura genera infinitas diseminaciones. Frente a un texto será imposible determinar una lectura como la buena. Las lecturas posibles serán así infinitas porque jamás lectura alguna alcanzará el buen sentido.

En suma Derrida constato que las palabras adquieren sentido a partir de los conceptos y éstos de las palabras, porque tanto palabras como conceptos participan en un complejo entramado histórico de diferencias, ausencias y presencias diferidas que, por otra parte, nunca han llegado a darse en estado puro. La consecuencia más importante de ello es que la palabra plena ni ha existido ni existirá jamás. Es decir, que el anhelo de un signo que sea plenamente descriptivo -o el de un lenguaje que se adecue sin fisuras a la realidad- se revela un sueño imposible.