HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

martes, 20 de abril de 2010

Fin de partida, de Samuel Beckett

He llegado a un Nuevo Tránsito. He encontrado una de las escamas del hombre moderno. Y es por esto que me siento más liberado, pero les advierto que la experiencia ha sido angustiosa. Terrible. He sufrido desde la totalidad. A través de las crípticas sombras y el minimalismo literario de Samuel Beckett. Mis alas han sobrevolado una obra gris, explosiva, metafórica y potente. En ella se conserva su verdadera furia literaria, la que ha electrizado inexorablemente cada una de mis plumas para volar. Aquí. En este frío escenario estático, lóbrego y mortecino. En esta casa tablero descrita en la novela, en este hogar patriarcal situado en una playa frente al mar. Hundido en un espacio eterno donde sólo quedan cuatro piezas. Cuatro infelices Stauntons que proyectan el cometido de sus vidas con vehemencia, en un constante ritual abocado al desastre. En el final de una partida irrevocable. Un final de una existencia absurda que se acaba, consumidos por las mismas pasiones que nos enaltecen y nos degradan. Los cuatro son seres lisiados. Seres heridos, mutilados, lastimados por la guerra de los tiempos, furiosos, absurdos, reales, que habitan este interior desamueblado de luz grisácea con dos ventanas altas. Desde una se ve la arena y desde la otra el mar. Afuera, tupido y gris. Las olas de plomo. No hay sol. Todo el universo es negro claro. Es difícil enfrentarse a eso. Sólo un héroe puede sentir ese inmenso y Alto Vacío.

En la casa están Hamm, Clov, Nagg y Nell. Hamm es un ciego que no puede ponerse de pie y permanece sentado en una silla de ruedas. Busca siempre la posición más poderosa, el centro de la habitación, como el rey de un tablero. Clov es su sirviente, su guante. Su tara consiste en no poder sentarse, lo que le convierte en el más activo. Actúa a las tiránicas órdenes de Hamm, por inercia. A veces emite algunos impulsos propios de autonomía, como observar las paredes o ir a la cocina. Es torpe y menos inteligente pero posee atributos valiosos como la vista y su deseo por cantar. Ambos se necesitan. Fueron por mucho tiempo complementarios, pero ahora, al final de la partida, ya no se aguantan. Han llegado a un sin sentido. Nagg y Nell son los padres de Hamm. Ambos están dentro de un cubo de basura cada uno. Son viejos. Presentados como inútiles. Su único deseo es comer y sus conversaciones son irresolutas. Nell, la madre, emerge del fondo del cubo para arrojar una frase que les hará temblar. Y que a su vez es la tesis de toda la obra.

“No hay nada más divertido que la infelicidad.”

sábado, 17 de abril de 2010

La Regenta, de Leopoldo Alas "Clarín"

Regresar a nuestra literatura añeja, oxigena. Siempre. Y más aún cuando se trata de la sátira severa de un ateo liberal como lo fue "Clarín". Madame Bovary, de Flaubert, y Ana Karenina, de Tolstoi son almas gemelas de esta intensa obra española. Al leerla penetraremos en la más profunda interioridad de una ciudad, Vetusta, y de sus personajes , lo que nos inducirá a una interesante regeneración moral y cultural. Sentiremos la pasión por la libertad y las nuevas ideas. Nos hará entregarnos en cuerpo y alma al desenlace.

La Regenta fue la primera novela de Leopoldo Alas "Clarín". Empezó a escribirla en 1883, cuando tenía 31 años, y fue publicada en dos tomos entre 1884 y 1885. En contra del clero. Unos años antes, en 1878 había obtenido ya el título de doctor en Derecho civil y canónico, con la calificación de sobresaliente. En su cátedra como profesor de Universidad nunca aceptó ni sobornos ni recomendaciones. Se lo acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia.

Parace ser que lo que ocurre en Vetusta y lo que ocurría en Oviedo no era muy diferente, las coincidencias fueron demasiadas y muchos empezaron a identificar a los personajes entre los habitantes reales. Suscitó una total agitación local, estatal y finalmente universal.

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.

Esta es la historia de una mujer en una cruzada entro lo místico y lo pasional. Clarín tuvo que publicar La Regenta en Barcelona, en medio de un duro enfrentamiento con el clero debido a la temática de la obra. En concreto al personaje absolutamente diseccionado de Fermín De Pas.

Reflejo del Oviedo del s.XIX, la ciudad de Vetusta se convierte en una de las protagonistas de la obra para acoger una historia provocadora que no dejó a nadie indiferente en el año de su publicación. Ana Ozores, una bella y joven mujer, se casa con don Víctor Quintanar, exgerente de varias audiencias de Vetusta, y mucho mayor que ella. De él recibe el pseudónimo de la Regenta. Su vida, monótona y vacía, le lleva a la desesperación y a la búsqueda de una realidad diferente. Encontrará dos caminos: el místico y el pasional. Encarnados en dos hombres: el Magistral don Fermín de Pas, y el don Juan del lugar, Álvaro Messía. Uno será su confesor, el otro su amante, generando en ambos un sentimiento de atracción sexual, bajo la atenta mirada de los habitantes de Vetusta.

Es perfecta. Cuando observo una torre o un campanario me imagino que Fermín De Pas nos está vigilando con su catalejo. Todo sigue funcionando de la misma manera. Esa es mi impresión más firme tras leer esta soberbia obra maestra de la literatura. Estamos obligados al tránsito y a la regeneración de ideas. Sea cual sea nuestra época. ¡Avancemos!