HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

viernes, 11 de junio de 2010

Cuentos carnívoros, de Bernard Quiriny

Cuidado ante esta lectura porque aquí se narran hechos pasmosos que si tomamos por reales, podrían volvernos locos, y si los tildamos de imaginarios, resultará que ya lo estamos. Sea como sea sufrirán el accidente. ¿Preparados?

Barfleur es un lugar para la calma y el reposo. Un balneario. Allí se encuentra un hombre, uno de tantos que intenta pasar desapercibido, pero que a los ojos del narrador pierde toda su invisibilidad una noche en la que antes de cenar le ve romper una cápsula de cristal que contiene sangre y que derrama sobre un zumo de dos naranjas. Sangre y naranjas. Qué extraña combinación. ¿Una medicina? No. Se trata de un rito fetichista que realiza con adicción desde hace quince años. Un ceremonial sangriento, que por supuesto, tiene una explicación, justo la que obtendremos al leer Sanguina, el primero de los catorce Cuentos carnívoros del inquietante, a ratos, Bernard Quiriny. En él conocerán a la mujer-naranja, una joven y hermosa veinteañera, perdida en la ciudad de Bruselas, de pelo rubio irreal con ojos cargados de un magnetismo asombroso que esconde un secreto cutáneo que causa deseo y pánico, y que les transportará a un final con moho azul y papilla deliciosa. Un banquete asesino de un erotismo frutal irreparable. Entre lo putrefacto y lo elisíaco. Lectura carnívora, o mejor aún literatura osmotrófica. Saquen una pajita, clávenla en la novela... y absorban.

“Debo de decirte algo. Prométeme que no tendrás miedo.”

En El episcopado de Argentina nos mosquearemos medianamente con las dos camas que utiliza en el dormitorio Su Excelencia ¿Pasa las noches con más compañía a parte de Dios? ¿o se trata de un variante del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde? Les adelanto que es muy flojo, insulso y apagado. Y en esa baja intensidad le siguen Qui habet aures..., Quidproquopolis o la lingüística yapu y Mareas negras, exceptuando la muy interesante lista y recopilación de sus escritores predilectos, autores en la sombra que los hacedores de antologías ignoran por pertenecer a esos literatos de segundo rango, discretos, excéntricos, los pequeños maestros, los olvidados, los discípulos de otro, los herederos de escuelas pasadas de moda, los provincianos, los exiliados, los aficionados, los que no llegaron a hacer época y los que se malograron, los inactuales, los estrafalarios, los modestos, todos esos que no se encuentran en las bibliotecas apartando los monumentos que los esconden, sin genialidad. Unos cuantos escritores, todos muertos a quienes la posteridad ha dado una fortuna inmerecida. Después, con sus Mezclas amorosas notaremos la multiplicidad de egos de Renouvier y su repertorio de imágenes masculinas que un espejo molesto proyecta incluso hecho añicos mientras su mujer, Élise, duerme, ajena. Tras esta caleidoscópica agonía aparecen las Crónicas musicales de Europa y otros lugares, de las cuales, rescato unicamente La música que flota en el aire por construir un retrato tan hiperrealista sobre lo sublime adiestrado. En ellos aprovecha para expresar la sinestesia hacia sus músicos predilectos, Bach, Debussy, el trompetista Adolf Scherbaum, Listz, Berlioz, Purcell, Aaron Copland, Sibelius, Beethoven, Fauré, o las hermosas piezas de jazz The Peacocks, Big Nick, Nefertiti, My Foolish Heart o Everything Happens to Me. Embriagador.

“¿Berlioz? Jara, bergamota, mandarina, piel de limón.”

En Recuerdos de una asesino a sueldo reaparece ese efecto de inquietud y turbación que posee su narrativa de lo insólito. Por mi parte este es el Bernard Quiriny que más me gusta. Me fascina.

“Rodéeme de una atmósfera de angustia, no me dé el menor respiro. Asústeme.”

El cuaderno desvela los secretos ocultos de un pródigo escritor bajo la mirada envidiosa de su más acérrimo admirador. Extraordinario Pierre Gould tiene alma. Es magnético. Vila-Matas le hace una emotivo prólogo. Aquí llego al verdadero valor de este libro. La fuerza de atracción que poseía Pierre Gould queda más que demostrada. Seguidamente aparece El pájaro raro que sobrevoló una de las obras de Jacques Armand, entre lo insólito y lo surrealista sin causar mucha tensión. Una borrachera perpetua puede dejarte trompa hasta la muerte lo que hará que tenga que cuidarte tu familia como a un niño idiota, prisionero feliz de tu borrachera perpetua. Y para finalizar la serie el broche llegará con el último y verdadero Cuento carnívoro, en donde nos contará el insólito caso del botánico John Latourelle a quien encontraron muerto en su invernadero con el cuerpo mutilado. Momento en el que la portada toma sentido, a pesar de que no podamos ver la Dionaea muscipula, la Venus atrapamoscas, reina de las carnívoras, que Darwin calificó de la más maravillosa del mundo. La concepción de su trampa es casi milagrosa. Segrega un néctar que atrae a los insectos y cuando estos rozan dos veces sucesivas cualquiera de los dientes, estos saltan como un resorte igual que una trampa para lobos. Así que imaginen una especie más grande, terrorífica y majestuosa. Con una personalidad verdaderamente asesina. Un ser al que temer y amar. Me consta que lo leerán con temblor. Su final es sorprendente. La solución del enigma resuena con ecos de ficción y realismo sibilinamente inquietante. Se trata de un escritor muy potente, que llega por primera vez traducido a España y que derramará mucho néctar en la dionaea literaria. Es el Dino Buzzati belga. Estamos de enhorabuena. Es joven. Nos irá llegando mucho más y terminaremos siendo devorados. Un accidente al que no nos podremos negar.

1 comentario :

Nina Leonova dijo...

Estoy de acuerdo con la conclusión. Leer estos relatos aparentemente normales me ha dejado con intriga, pero por saber mucho más del autor. ¿No se puede encontrar su primera obra en castellano?