HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Los reconocimientos, de William Gaddis

El ejemplar que recibí estaba deteriorado. Lo tenían herido en el Depósito de la Biblioteca Pública de Doctor Cerrada en Zaragoza, donde yacen las obras longevas que requieren más cuidado y protección.  La tapa blanda se desprendía del lomo. La bibliotecaria, una mujer mayor de ojos alegres y sonrisa insumergible, me lo entregó con mano administrativa, sin evaluar la pieza y sin inmutarse por ella, únicamente mirando mi rostro a la espera de que desapareciera ufano y jubiloso por su grata labor de intermediaria de la cultura. Pero no pudo ser. No fue tan bonito como ella estimó porque al coger Los Reconocimientos de William Gaddis, los ojos se me abrieron, estupefactos, al ver tres tristes tiras de celo, llenas de polvo y colocadas sin sentido con el fin de malauxiliar  una cubierta al borde del estrago y aspiré asustado el aire que allí se hallaba y sentí un fuego abrasador en mis pulmones, porque su entrega era su clara despreocupación per sé, y eso me hacía a mi responsable de la custodia y conservación del ejemplar, y detuve el proceso, objetando el deterioro y el riesgo de fragmentarse aún más si me lo llevaba en esas condiciones. Su sonrisa naufragó en su rostro y la vi que dejó de flotar. Recobró el libro con manos agitadas para intentarlo reparar, con una rapidez que me produjo aún más zozobra e intranquilidad, porque no congregó el tiempo mínimo para lo que tenía que examinar y levantó presurosa la primera tira de celo, suponiendo que aquello iba a ser como coser y cantar, y en el desabrido tirón, desprendió un trozo de cubierta que se quedó adherido al celo, rompiendo el ejemplar, y yo me exalté intentando ser discreto, pero sentí un desgarro en la piel como si me hubieran depilado con cera la zona más ingenua del pecho, como si hubieran desterrado a un amigo en un forzado exilio por un error de desafección, dejando una cicatriz visible, blanca, que a partir de ahora se podrá distinguir en la tapa de este ejemplar maltrecho y lastimado, que esconde la herencia literaria de uno de los mejores escritores norteamericanos y más experimentales, consumada en 1952. Me tragué mi impotencia y mi fragilidad y me fui flotando de allí, como si nada perteneciera a esta realidad, tampoco las palabras y mucho menos los reconocimientos. Huí con el libro en mis manos por el primer punto de fuga que encontré y me refugié en una habitación de casa colmada de libros, con la perfecta atmósfera anónima. Retiré todo lo que había encima de la mesa y honré la obra de Gaddis colocándola en un atril, como si fuera un fetiche o una musa para poderse deleitar. Estuve un tiempo, no recuerdo cuanto, examinándola a la luz del atardecer, palpando la textura del papel, apreciando su peso, advirtiendo sus perfumes de abandono, encierro y oscuridad, la contemplé atento a los sonidos que producía volver las hojas o cerrar la cubierta irregular. La observé una y otra vez sorprendido, fascinado. Y me dispuse a leer sus más de mil páginas por todo aquello que iba a ser mi deber reconocer.

Han pasado once días y creo haber estado viajando sin cesar, saltando en el tiempo por varios países de identidad occidental. Quiero reconocer que ha sido una experiencia insólita, hermosa, frágil y monumental. La prosa de Gaddis conquista y avanza con una estética ágil y poética. Europa y Norteamérica están retratadas con toda su celebridad y detalle. Gaddis se me aparece como la suma de Hemingway y Joyce y su personaje Wyatt Gwydon como un perfecto Hombre del Renacimiento que crea una obra y deja de ser suya para pertenecer a la Humanidad. Hoy la devolveré al Depósito para que otra persona la desentierre y pueda reconocer toda su realidad. ¡Blum!

"Bueno, hay lugares más reales; hay lugares en libros, hay gente en obras de teatro más real que ... todo eso."



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