HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

lunes, 26 de enero de 2015

Alabanza, de Alberto Olmos

Perseguía la buena literatura, aquella que te permite pensar y profundizar en el valor de lo real. Eso que debe ser contado. Estaba rodeado de libros y decidí rastrear l'actualité littéraire seleccionando una obra según su autor, y no al revés. Quería al mejor. No puedo evitarlo. No me fio de los titulares de las editoriales. Rótulos tan estudiados, alardeando de publicar la obra definitiva para el lector más exigente. Me entran naúseas sólo de pensarlo. Y me acordé rápidamente de un invicto. Sentí que me faltaba la última obra de Alberto Olmos, un escritor transparente.  No lo había apuntado en ningún sitio. Estaba en mi cabeza. Portaba este recuerdo desde hace casi un año, cuando lancé la reseña de Ejército enemigo el 14 de marzo de 2014, una pieza potente . Lo tenía interiorizado conmigo, en mi retentiva, porque lo siento como uno de los nuestros, de los más huracanados.  Y así apareció, súbitamente, ante esa necesidad, allanando el camino para progresar por los tornasolados senderos de la literatura. Cualquiera no puede abrirse camino por esas geografías. Hace falta un escritor con talento, en el que se reúnen condiciones humanas excepcionales y severas. 

Al leer el título advertí que iba a celebrar con palabras una gran fiesta de la literatura: el estilo narrativo y la agudeza intelectual de Alberto Olmos,  uno de los mejores jovenes escritores hispanohablantes nacidos a partir de 1975, junto a Javier Montes, Pablo Gutiérrez o Sonia Hernández.  Grandes coetáneos obstinados en extender la plasticidad artística de la literatura. La obra iba dedicada a sus padres. Esto se trataba de algo serio, circunspecto y ceremonioso. El resultado final fue superior a la expectativa inicial que suscitó mi imaginario en el acercamiento, pero esto lo quiero contar con detalle.

Alabanza es una obra metaliteraria, la Nueva Moda Vanguardista en Literatura, estilo procedente de las primeras excavaciones literarias de Enrique Vila-Matas, káiser imperial de esta modalidad tan fascinante, que revolucionó el panorama artístico de la literatura. El planteamiento se impulsa en escribir sobre lo que se está escribiendo y sobre lo que se va a narrar, o si lo prefieren, estirar las fronteras de la literatura, una práctica meta-existencialista del escritor que  explora la fabricación de la literatura mientras celebra la gala de las letras y las palabras que relatan el mundo, contra otros que inciden en el hiper-realismo más denostado, buscando el talante y la miga para exponer lo que no puede quedar silente y taciturno. Pintar con palabras parte del silencio y dejar el espacio preciso entre lineas para que el lector descubra lo realmente importante.

Alberto Olmos crea magistralmente dos personajes, Sebastián y Claudia, y articula su mente narrativa  con la vivacidad neuroplástica de un topo con arco, que socava las galerías y grutas más arriesgadas  de la identidad performativa y las psicosis de pareja, para llegar íntegro al corazón de su AlterMusa y despertarla con aplomo y puntería, mediante la flecha  de sus astutas quimeras y razones calculadas, como un escritor  que se niega a la melancolia, afín a sus intuitivas visiones, mitad ficción, mitad  lógica-poética. Presente con los vapores delirantes de la infidelidad,  las erosiones del tiempo, la acumulación de sus prácticas sexuales y los recuerdos del pasado, Sebastián intenta escribir durante unas vacaciones, su pieza maestra de la literatura, sumido en una aldea remota que no dispone de internet. Allí rememora a todas las amantes de su vida y las literaturiza con el brillo natural, espectral, glorioso y sucio de cada hecho marcó su perceptiva. Tal y como surjió en cada experiencia y fue sintetizada en su sentimiento racional. Procurando ser certero a cada folio blanco que empantana su cuarto, el espacio de la batalla.


«No estoy enamorado de tí.»

Claudia recorre el pueblo por todos los rincones y descubre que sólo habitan viudas enlentecidas y que la iglesia fue deflagrada. El único hombre que encuentra es el tendero y al hablar con él, entre prisas y agitación, le cuenta el suceso trágico de una mujer que perdió a su marido, asesinado de un tiro y que la hizo enloquecer tras su muerte, y pasado un tiempo incendió la iglesia de Santa María, tumbando el templo en llamas. Es aquí cuando la narración se va superando a sí misma y en la página 133 la novela te inmoviliza poderosamente, pues todo queda conectado. La historia funciona con ritmo propio y la lectura se sucede en tres dimensiones. Estás dentro con ellos. Hay transparencia. Las descripciones son exquisitas, propias de un Gran Talento de la Literatura, que trabaja con esfuerzo por la escritura, por recuperar su poder natural. En cada párrafo está su arte, la pasión, la ambición por mejorar la técnica y producir una composición sencilla y pluscuamperfecta. Un Huracán en Papel.  Estamos ante una alabanza a la literatura y a la constante creación. Frente a esta narrativa cualquier texto de David Safier, Assa Larson o E.L. James  es una brisa anodina y oficio plañidero, lo cual marcará por siempre la disyuntiva entre literatura de escape o Alta Literatura,  mi escusa creciente para  mantener este Blog y escribir reseñas entre la espesura. No merecemos menos los Amantes de la Literatura.

«Quiero internet, Sebastián. Así te lo digo.»

Sebastián es un personaje honesto, cabal en su estructura, que se comprende a sí mismo y alcanza un relieve perfecto, sin hebras de autoengaño ni estupidez, que pretende lo auténtico y que necesita moverse entre el magma original de la realidad espontánea y propia, la cual no defraudará jamás a ningún lector con quien tome contacto.  Su vida sigue una especie de broma experimental cuando entra en la sufrida aldea de Castilla que está unida a su pasado. Allí, él mismo es un muerto llamado Miguel. Su novia está harta de la situación, pero no sabe nada. Entre ellos hay una sintonía especial confubalada por los misteriosos designios planetarios. Sebastián esconde un secreto que no sabe como contar a Claudia. La narración te va arrastrando rápido con una sintáxis perfecta, y de forma anómala, a partir de  la página 195 hasta la 245 la lectura se hace monótona y plúmbea. Pero sin más. Al salir de ese breve bache y esa maldad, aparece el tercer acto, titulado «Mentira» y la obra te atraviesa, mediante una ficción arrolladora, pulida y brillante, demostrando persistencia de genio.

«Los hombres se enamoran de una solapa y las mujeres de una sinopsis.»

El cierre produce una explosión emocional ciclópea, fulminante, supra-literaria. A las 11:23 a.m. del desenlace, en plaza, cuando Miguel corre, surge el momento más literario de toda la narración, el renacimiento de la Gran Literatura del siglo XXI, la que había quedado pisoteada y muerta, ahora es exhibida con la lógica-poética de un escritor sensible, racionalmente perceptivo, que tiene el don de sublimar el dolor y convertirlo en cielo abierto por el que vuelan pájaros dignificados al son de músicas flotantes como el inmenso cielo de Castilla, de azul metálico, sobre tierras fecundas, festejando con hipnóticas alabanzas la Literatura de Altura que alza a los más fuertes Huracanes en papel, los que serán protegidos durante el tránsito de los tiempos. Alberto Olmos es Uno de los Nuestros, un literato grande, inmenso. Esta lectura estará en un estante de mi Biblioteca Fulgurante.


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